
¿La Guerra ó la Paz en Ucrania?
¿La guerra o la paz en Ucrania? Debería normalmente darse una chance a la paz pero ocurre todo lo contrario. Después del primer aniversario se afirma la continuidad de la tragedia ucraniana extendiendo a nivel internacional un conflicto regional que ya escaló con la invasión rusa del 24 de febrero de 2022.
El aniversario de la invasión rusa a Ucrania estuvo marcado por la retórica guerrera de los países involucrados. El presidente ruso Vladimir Putin explica su Operación Militar Especial (OME) en apoyo a las repúblicas populares separatistas del Dombás bombardeadas por el gobierno neonazi de Kiev.
También justifica la continuidad de la guerra por la necesidad de defenderse ante el proyecto “Anti-Rusia” de occidente que busca la derrota estratégica de Rusia mediante un frente militar, económico e informativo. Plantea en respuesta la suspensión del Tratado New START.
Por su parte el gobierno ucraniano dirigido por Volodymyr Zelensky celebra el año de la invencibilidad y promete una victoria inevitable gracias al apoyo armado de occidente, si occidente sigue apoyando con armas a Ucrania.
El presidente estadounidense Joe Biden promete que la coalición que encabeza seguirá armando a Ucrania, pero escala el conflicto interpretándolo como parte de un combate mundial entre autocracia y democracia, en una lógica de nueva guerra fría, para fortalecer su país ante el creciente cuestionamiento de la hegemonía de EE.UU. en el mundo.
Además, en la Conferencia de seguridad de Múnich (CSM), la Unión Europea y los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), incluido el B-9 confirmaron la estrategia de que para lograr la paz y la seguridad en Europa deben asegurarse de que Ucrania sea capaz de derrotar a Rusia; apoyándola con armamentos y rompiendo lazos económicos con el Kremlin.
Es así como, las raíces históricas de un conflicto de larga gestación, se vuelven cada vez más nebulosas y lo más sensato sería optar por la diplomacia y un acuerdo de paz que detenga la tragedia ucraniana. Lo cierto es que la guerra de la comunicación crea una situación fluida, pletórica de desinformación y dominada por la propaganda de ambos bandos en la óptica de “buenos” y “malos”.
Ni siquiera existe un conteo de las víctimas. Cada campo calcula la del adversario como índice de victoria y le acusa de atrocidades. En diciembre pasado, la cadena alemana DW, afirmaba que ambos bandos guardan bajo secreto su número de soldados muertos y heridos. Ni siquiera hay fuentes creíbles sobre el número de víctimas civiles. En noviembre pasado, el ejército de EE.UU., calculaba que sumaban 240 mil muertos, entre ellos, unos 40 mil civiles (BBC). Por su parte la ONU confirmaba en enero solo la muerte de al menos 6.919 civiles.
Mientras tanto, sigue la tragedia ucraniana sin perspectivas de cese al fuego y búsqueda de una resolución del conflicto. Con la carrera armamentista gana el complejo industrial militar. Con la ruptura de relaciones económicas, salen beneficiadas las compañías petroleras estadounidenses que son las que suministran ahora los países europeos. Europa se vio obligada a reabrir centrales de carbón, afectando los planes de descarbonización contra la crisis climática.
Probando que el mundo va cambiando, las posibilidades de mediación diplomática para la resolución pacífica del conflicto surgen de los llamados países emergentes y del llamado Sur Global. Washington rechazó la propuesta de la República Popular China. Pekín propone un acuerdo de paz con los criterios que se aplican generalmente en este tipo de conflictos: el reconocimiento, tanto de la integridad territorial de Ucrania, como responder a la necesidad de dar garantías de seguridad a Rusia.
Los BRICS, desde Brasil hasta India, se ofrecen como mediadores. Se suman varios países del sur Global, otrora considerados “subdesarrollados”, que pese a condenar la guerra son reacios a apoyar con armas una escalada guerrera que arriesga con reeditar las tragedias del siglo XX en lugar de obtener la paz.
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada, según sus fundadores, para evitar a las generaciones venideras el flagelo de la guerra, aparece incapaz de asumir ese rol ante el conflicto ucraniano. ¿El sistema internacional no tiene instituciones que apoyen un proceso de paz? El futuro de la guerra o de la paz en Ucrania depende, no de una carrera armamentista, sino de la instalación de un proceso de resolución pacífica del conflicto.
Simón Tisdall del The Guardian, afirma con optimismo que la postura de Washington no fructificará: la extrapolación del conflicto ucraniano a una cruzada mundial contra todos quienes se opongan al modelo occidental de democracia va contra la mitad del mundo. Recuerda la lógica maniquea de Bush en 2001. La propuesta del presidente Joe Biden es preocupante y a la inversa de lo que se requiere.
En un contexto de crisis de la globalización, de la hegemonía occidental y del fortalecimiento del multilateralismo, la guerra en Ucrania debe conservar un carácter regional y aplicarse las fórmulas consagradas de resolución de conflictos. Lo contrario es abrir una caja de Pandora.
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